
80x80 cm.
2011
El jesuita español Armando Llorente fue profesor del joven Castro durante su estancia en el Colegio de Belén ,en este lugar se formaría una amistad que marcaría para siempre al joven estudiante. El sacerdote español – específicamente de León – devino en mentor y amigo íntimo de Fidel, un muchacho que hasta entonces era retraído y no se sentía querido por nadie , en palabras del sacerdote leonés. Castro es fruto de la relación extramatrimonial que su padre, Ángel Castro , mantuvo con Lina Ruz, quien entró a trabajar en la casa de éste como sirvienta en los primeros años de la década de 1920. Una condición, la de hijo ilegítimo, que lo convirtió en muchacho distinto. Según el cura, el joven Fidel Castro estudiaba y leía con predilección libros sobre los conquistadores y escritos de los líderes del nazismo y el fascismo, como Hitler, Mussolini y José Antonio Primo de Rviera. En una entrevista a un diario español, Armando Llorente llegó a decir : “Conmigo cantó el Cara al Sol veinte mil veces y con el brazo en alto”. Según el cura, Fidel se “torció” en Sierra Maestra, desde donde se enfrentaba por segunda vez al presidente cubano Fulgencio Batista, al que finalmente derrocó en 1959. La última vez que el jesuita pudo ver a su antiguo pupilo fue en la misma guerra de guerrillas, en la Sierra Cubana. Ahí Fidel le confesaría que había perdido la fe a lo que el cura le respondió: “Fidel, una cosa es perder la fe y la otra la dignidad”. El padre Llorente interpeló al guerrillero Castro, preguntándole específicamente si la revolución en marcha era de carácter comunista o humanista a lo que Castro le respondió : “Padre, de dónde voy a sacar el comunismo si mi padre es más franquista que usted!”.
La Cuba de Castro y todo el aparato del Estado decretó tres días de luto oficial por la muerte del Caudillo Franco, pero quiso mantener esa decisión en absoluto secreto, quizá porque no interesaba que la opinión pública se enterara de aquella relación o simplemente porque no sabrían como explicar tal acercamiento entre dos ideologías aparentemente enfrentadas por la historia. Un periodista libre les aguó el festín. Su nombre es Francisco Rubiales, director de la agencia EFE en la Habana. Este es el testimonio del periodista:
Era yo director de la oficina de la Agencia EFE en Cuba. La noche del 20 de noviembre de 1975 estuvimos brindando con mi única botella de cava (todo un lujo asiático en aquella Cuba racionada) con amigos cubanos por el fin de la dictadura franquista. Al amanecer del día 21 suena el teléfono y es el embajador de España, Enrique Suárez de Puga, que me comunica la noticia: "Paco: Cuba decreta tres días de duelo oficial por la muerte de Franco". "No me lo creo, embajador; debe ser una broma". "Estoy hablando en serio. Tengo aquí delante el decreto oficial, firmado por el presidente Oswaldo Dorticós". "Lo siento, embajador, pero tengo que verlo con mis propios ojos". "Vente para la embajada". En mi coche, desde El Vedado a la Habana Vieja, con las calles desiertas, sin apenas circulación, no tardé más de cinco minutos en llegar. Vi el decreto oficial con mis propios ojos y, aunque me pareció extraño que la Revolución Cubana decretase duelo oficial por la muerte del dictador español, tuve que creérmelo. Regresé a mi casa y envié la noticia URGENTE a EFE, que la rebotó de inmediato por todos sus canales. Media hora más tarde, recibo una llamada del MINREX cubano (Ministerio de Relaciones Exteriores) y escucho la voz airada de un funcionario que me increpa "por mentiroso" y que me dice: "gallego: prepara las maletas porque te vas de Cuba. Te vas expulsado por mentir ¿Cómo va a decretar Cuba duelo oficial por la muerte de Franco?" Le respondo que es cierto, que he visto con mis propios ojos el decreto, pero insiste: "Prepara las maletas". Mi mujer empezó a preparar las maletas, pero yo no daba crédito a lo que estaba pasando. Llamé a "Prensa Latina" y le conté lo que me pasaba a Carlos Mora, subdirector de la agencia oficial de noticias cubana. Carlos me repitió la misma historia: "Es imposible que Cuba haya decretado duelo oficial. Debes estar equivocado. Te has metido en un lío". Pero yo no me rendía y apelé a mi condición de representante de EFE, solicitándole una entrevista oficial con el director de Prensa Latina, Gustavo Robreño, un militar periodista, hombre de confianza de Raul Castro, con quien yo mantenía una relación cordial, aunque sólo nos veíamos en alguna que otra recepción oficial, no más de una vez al mes. A los pocos minutos me llamó Robreño, que ya había realizado sus investigaciones y me dijo: "Quedate tranquilo. Tienes razón con lo del decreto, pero se trataba de una comunicación privada al embajador y nadie había previsto que se publicara. Nos has metido en un buen lío". Dias después pude poner en pie toda la historia: Cuba decretó duelo oficial, pero quiso mantener esa comunicación en niveles privados para quedar bien con España y, al mismo tiempo, evitar un escándalo internacional. Nadie había previsto que un periodista lanzara la noticia.
El embajador de España se pasó el día 21 de noviembre recorriendo los centros públicos y cuarteles de la Habana, exigiendo que bajaran la bandera y la pusieran a media asta, como correspondía hacer, según el decreto. En cada centro, ante la pretensión del embajador se organizaba todo un revuelo y se cursaban consultas urgentes de alto nivel. Terminaban colocando la bandera a media asta, pero volvían a subirla cuando se marchaba el embajador. La noticia de EFE se publicó en medio mundo. Para mí fue la primera vez que publiqué una exclusiva en medios tan destacados como The Washington Post, The New York Times y Le Monde, entre otros muchos.
Días mas tarde, Fidel Castro en persona me llamó para conversar sobre el futuro de España tras la muerte de Franco. Refiriéndose a la noticia que envié sobre el "duelo oficial" me dijo: "En menudo lío nos has metido".